El dolor, si no está bien controlado aumenta la morbilidad e incluso la mortalidad del paciente.
Frecuentemente el dolor del paciente crítico que no puede decir que le duele, está infravalorado. La escala de Campbell, está recomendada por algunos autores, para valorar el dolor en el paciente con incapacidad para comunicarse.
Su origen puede estar en un traumatismo, una hemorragia subaracnoidea, cualquier inflamación, drenajes, tubo endotraqueal, sondajes, movilizaciones, aspiraciones endotraqueales, curas de heridas, úlceras por presión, infecciones...y la inmovilidad propia del paciente.
Las consecuencias son respuestas psicológicas, hemodinámicas, metabólicas y neuroendocrinas provocadas por un control inadecuado del dolor que pueden aumentar la morbilidad e incluso mortalidad. El dolor puede provocar ansiedad, insomnio, desorientación, agitación y delirio. Puede ser responsable de estados depresivos y de una mayor incidencia de dolor crónico.
El estado hiperadrenérgico, consecuencia del dolor, puede desembocar en una isquemia miocárdica, disminución del peristaltismo, aumento del catabolismo proteico e inmunodepresión. El dolor no tratado puede ser responsable del aumento de complicaciones pulmonares y de infecciones quirúrgicas.
El estado hiperadrenérgico, consecuencia del dolor, puede desembocar en una isquemia miocárdica, disminución del peristaltismo, aumento del catabolismo proteico e inmunodepresión. El dolor no tratado puede ser responsable del aumento de complicaciones pulmonares y de infecciones quirúrgicas.
Indicadores fisiológicos:
La presencia de dolor puede ir asociada a hipertensión arterial, taquicardia, sudoración, midriasis o lagrimeo. La taquicardia y la hipertensión arterial son los indicadores de dolor más precisos en los pacientes críticos con incapacidad para comunicarse. Estos signos no son específicos, y menos en un paciente crítico, pero su control con analgésicos puede ser clave como indicador de presencia del dolor. También hay que tener en cuenta que en ocasiones, un paciente con dolor puede tener una respuesta vagal.
La presencia de dolor puede ir asociada a hipertensión arterial, taquicardia, sudoración, midriasis o lagrimeo. La taquicardia y la hipertensión arterial son los indicadores de dolor más precisos en los pacientes críticos con incapacidad para comunicarse. Estos signos no son específicos, y menos en un paciente crítico, pero su control con analgésicos puede ser clave como indicador de presencia del dolor. También hay que tener en cuenta que en ocasiones, un paciente con dolor puede tener una respuesta vagal.
Indicadores conductuales:
Entre estos indicadores figuran la expresión facial, la presencia de movimientos o posturas antiálgicas o el tono muscular.
La escala de Campbell, está diseñada no sólo para evaluar la presencia de dolor, sino para cuantificar su intensidad. Su graduación del dolor del 1 al 10 la hace más equiparable a las escalas usadas en los pacientes conscientes. Sin embargo, el uso de esta escala está poco extendido y necesita ser validada.
En la actualidad no existe ninguna valoración objetiva para la evaluación y cuantificación del dolor en el paciente crítico. Sin embargo, podemos extraer información de monitores diseñados para otros fines. En este sentido el uso del Índice Biespectral BIS, diseñado para valorar la profundidad de la sedación, nos puede servir de ayuda.
En la actualidad no existe ninguna valoración objetiva para la evaluación y cuantificación del dolor en el paciente crítico. Sin embargo, podemos extraer información de monitores diseñados para otros fines. En este sentido el uso del Índice Biespectral BIS, diseñado para valorar la profundidad de la sedación, nos puede servir de ayuda.
Puntuaciones de dolor superiores a 3 en la escala de Campbell no deben ser admitidas.
La estancia de los enfermos sin dolor debe ser un objetivo de calidad asistencial de todas las unidades de cuidados intensivos.
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