5/28/2008

"El lugar del psicólogo ya no es el diván, es la calle"


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Jerilyn Ross sabe lo difícil que puede resultar llegar a comer en un restaurante. Lleva 30 años tratando a personas con graves trastornos de ansiedad, fobias irracionales que les pueden llegar a aislar por completo. Esta psicóloga, presidenta de la Asociación de Trastornos de Ansiedad en un país, EE UU, con 40 millones de pacientes potenciales, pide que la entrevista tenga lugar en el centro comercial al que suele llevarles para que se enfrenten a elementos como una escalera mecánica o una cristalera. "Cuando sufres una fobia, este entorno puede ser tan amenazante que te puede bloquear", explica Ross, de 61 años, ante los ventanales del restaurante. "Mi trabajo consiste en venir con el paciente a sitios públicos como éste, trabajar sobre su conducta, para que se dé cuenta de que la ansiedad es sólo una reacción de nuestra mente".


Esa voluntad de enfrentarse con sus pacientes a un viaje en metro o a comprar unos pantalones en un centro comercial es la que la ha convertido en referencia en EE UU y asidua en el programa de Oprah Winfrey (8 millones de audiencia). Y en objeto de todas las críticas por parte de los clásicos. "En los setenta se llamaba a mis pacientes neuróticos", explica. "Se les sentaba en el diván y el psiquiatra trataba de analizar sus traumas infantiles. Vi que lo mejor era entrar en acción. Si alguien sufría miedo a las alturas, acudíamos a un edifico alto, y cada día subíamos una planta más, hasta llegar al techo. Descubrimos que, a veces, el lugar del psicólogo estaba en la calle".
Los dueños del restaurante vienen a saludar. Ella es una habitual del local, siempre con personas que sienten una fobia terrible a tocar tenedores o cucharas por miedo a contraer una infección. "Por un día me puedo centrar en la carta", bromea. De hecho, ni la mira. Sabe lo que quiere: "El atún está estupendo, pero hay que pedirlo medio crudo".
Un día, no lejos de aquí, Ross se encontró con el caso que la catapultó a la fama médica y a los diarios de todo EE UU. A principios de los años ochenta, un colega le habló de Grace, una mujer de unos 60 años, que no había abandonado su casa desde los años cincuenta, ni siquiera ante un incendio. "Esta paciente desarrolló una agorafobia gravísima". En cinco meses, Ross logró que Grace superara sus miedos y se matriculara en la universidad. Se graduó como asistente legal. Ante este triunfo, Ross difundió su terapia. Muchos compañeros no la aceptan, pero ahí está. Sostiene que la ansiedad, que sufre el 12% de la población en los países desarrollados, es un mal "que siempre se ha estigmatizado y que ahora comienza a verse como una dolencia normal".
Con un pastel de queso delante habla de su libro. En él da consejos a las mujeres sobre cómo enfrentarse a esta enfermedad. "Somos las que más sufrimos la ansiedad y el pánico. Hay muchos factores que influyen en ello: biológicos, químicos y sociales, sobre todo. Pero se puede combatir". ¿Un pequeño consejo? Mantener una buena rutina, descansando y haciendo deporte. "Y muy importante: evitar, por ejemplo, el café". El capuchino con el que acaba el encuentro es, cómo no, descafeinado.

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