Hasta ahora se daba por hecho que el tipo de capacidad mental que nos permite resolver problemas nuevos sin tener una experiencia previa importante, lo que los psicólogos llaman inteligencia fluida, es innata y no se puede enseñar, aunque una persona pueda elevar sus calificaciones en las pruebas gracias a la práctica. Un nuevo estudio, publicado en The Proceedings of the National Academy of Sciences, indica, sin embargo, que sí se puede mejorar la capacidad cerebral innata.
La clave está en el entrenamiento cuidadosamente estructurado de la memoria funcional, el tipo de memoria que permite recordar un número de teléfono justo el tiempo suficiente para marcarlo. Esta clase de memoria está estrechamente relacionada con la inteligencia fluida, según la información que acompaña al artículo, y parece que depende del mismo circuito cerebral. Por eso los investigadores dedujeron que si se mejoraba, podía aumentar a su vez la inteligencia fluida.
En primer lugar midieron la inteligencia fluida de cuatro grupos de voluntarios empleando pruebas normales. Después entrenaron a cada uno de ellos en complicadas tareas memorísticas, una intrincada versión de Concentration, un juego de cartas para niños en el que tenían que memorizar simultáneamente estímulos auditivos y visuales.
El juego estaba diseñado de modo que cuando los participantes acertaban, las tareas se volvían más difíciles, y cuando fallaban, más fáciles. Esto garantizaba un alto nivel de eficacia, ajustada a cada participante de manera individual, pero no tan difícil como para que destruyeran la motivación de seguir trabajando. Los cuatro grupos se sometían a un entrenamiento de media hora diaria durante 8, 12, 17 y 19 días, respectivamente. Al final de cada entrenamiento, los investigadores volvían a evaluar la inteligencia fluida de los participantes. Para asegurarse de que no sólo estaba mejorando su capacidad para hacer las pruebas, los comparaban con grupos de control que hacían los tests sin el entrenamiento.
Los resultados fueron sorprendentes. Aunque los grupos de control también mejoraron, presumiblemente porque tenían práctica en los tests de inteligencia fluida, la mejora registrada en los grupos entrenados era mucho mayor. Es más, cuanto más tiempo entrenaban, más altas eran sus puntuaciones. Todos los participantes mostraron una mejora significativa.
"La inteligencia siempre se ha considerado un rasgo heredado inmutable", explica Susanne M. Jaeggi, profesora de posdoctorado en Psicología en la Universidad de Michigan y coautora del estudio. "Nuestros resultados muestran que se puede aumentar la inteligencia con el entrenamiento adecuado". ¿Cómo funciona? Los autores sugieren varios aspectos del ejercicio relevantes para la resolución de problemas nuevos: ignorar los puntos irrelevantes, controlar el rendimiento sobre la marcha, llevar a cabo dos tareas simultáneamente y conectar puntos relacionados entre sí en el espacio y el tiempo. ©NYT
En primer lugar midieron la inteligencia fluida de cuatro grupos de voluntarios empleando pruebas normales. Después entrenaron a cada uno de ellos en complicadas tareas memorísticas, una intrincada versión de Concentration, un juego de cartas para niños en el que tenían que memorizar simultáneamente estímulos auditivos y visuales.
El juego estaba diseñado de modo que cuando los participantes acertaban, las tareas se volvían más difíciles, y cuando fallaban, más fáciles. Esto garantizaba un alto nivel de eficacia, ajustada a cada participante de manera individual, pero no tan difícil como para que destruyeran la motivación de seguir trabajando. Los cuatro grupos se sometían a un entrenamiento de media hora diaria durante 8, 12, 17 y 19 días, respectivamente. Al final de cada entrenamiento, los investigadores volvían a evaluar la inteligencia fluida de los participantes. Para asegurarse de que no sólo estaba mejorando su capacidad para hacer las pruebas, los comparaban con grupos de control que hacían los tests sin el entrenamiento.
Los resultados fueron sorprendentes. Aunque los grupos de control también mejoraron, presumiblemente porque tenían práctica en los tests de inteligencia fluida, la mejora registrada en los grupos entrenados era mucho mayor. Es más, cuanto más tiempo entrenaban, más altas eran sus puntuaciones. Todos los participantes mostraron una mejora significativa.
"La inteligencia siempre se ha considerado un rasgo heredado inmutable", explica Susanne M. Jaeggi, profesora de posdoctorado en Psicología en la Universidad de Michigan y coautora del estudio. "Nuestros resultados muestran que se puede aumentar la inteligencia con el entrenamiento adecuado". ¿Cómo funciona? Los autores sugieren varios aspectos del ejercicio relevantes para la resolución de problemas nuevos: ignorar los puntos irrelevantes, controlar el rendimiento sobre la marcha, llevar a cabo dos tareas simultáneamente y conectar puntos relacionados entre sí en el espacio y el tiempo. ©NYT
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