3/17/2009

Cargas de trabajo y especialidad de Enfermería en Cuidados Intensivos

Artículo original: Bernat A, Abizanda R, Ybars M, Quintana J, Gascó C, Soriano M, Reig R, Vidal B. Cargas de trabajo asistencial en pacientes críticos. Estudio comparativo NEMS frente a NAS. Enferm Intensiva. 2006; 17: 67-77. [Resumen] [Resumen Medline] [Artículos relacionados]

Artículo REMI: Velasco JM. Correlación entre dos sistemas de medición de cargas de trabajo de enfermería en UCI. [REMI 2006; 6 (7): 1007]

Editorial nº 59: Abizanda R. Medición de las cargas de trabajo de enfermería en UCI. [REMI 2006; 6 (7): E59]

Editorial nº 61: Martínez AA. De la medición de cargas de trabajo de enfermería a la raíz del problema. [REMI 2006; 6 (8): E61]

Yo también quiero agradecer a R. Abizanda sus comentarios a mi artículo REMI, por la primera de las razones que él expone. La segunda de ellas, debo confesar que no la veo tan clara. Más que oportunidad de polemizar he encontrado oportunidades para coincidir.

Coincidencia en la afirmación de que existe una “frecuente” discrepancia entre la necesidad y la provisión de enfermeras en las unidades.

Coincidencia en que NAS es el instrumento de medición de cargas de trabajo que mejor se adapta a los objetivos perseguidos, salvo que alguien demuestre lo contrario (los estudios disponibles en la actualidad, de los que tienen experiencias con este sistema, así lo avalan).

Sin embargo, más que como entelequia, creo que el cálculo de personal en base a su formación y preparación, puede ser calificado como utopía en la actualidad en España ante la inexistencia de unos criterios uniformes que regulen y acrediten esa formación y preparación.

Su afirmación de que “No se puede admitir una plantilla de enfermería que no esté totalmente capacitada para cualquiera de las tareas, rutinas y habilidades con que tenga que enfrentarse”, tristemente se da de bruces contra la realidad en la que se mezclan profesionales con gran experiencia y conocimientos (una cosa no implica la otra), con enfermeras de nueva incorporación que, con muy buenas voluntades generalmente, son computadas a todos los efectos.

La necesidad de una atención continuada y especializada, el uso de alta tecnología no habitual en otras áreas hospitalarias (ventiladores mecánicos, máquinas de depuración extrarrenal, monitorización continua, etc.) y las particularidades de la relación con el paciente y su familia en situaciones de crisis hacen que el personal que desarrolla su actividad en la UCI requiera unos conocimientos específicos. El camino habitualmente seguido (que no ideal) para conseguir esta formación se ha limitado a la realización de parte de las prácticas hospitalarias (durante el tiempo de formación pregrado) en una Unidad de Cuidados Intensivos. Y después, a incorporarse plenamente a desarrollar la actividad laboral, cuando así se precisa, en dichas unidades, aprendiendo por “ósmosis” de otros compañeros [1]. Esta formación, no reglada, es desigual y no suele responder a un plan estructurado ni formal que provoca grandes lagunas. Esta necesidad de formación específica en el cuidado del paciente crítico se hace más acuciante en el personal de nueva incorporación. No es extraño que comenzar a trabajar en una UCI produzca ansiedad, miedo, etc. [2]. Esto puede deberse, además de a la falta de conocimientos y destreza en las técnicas, al desconocimiento de la organización propia del servicio y de las patologías propias de los pacientes [3].

Como afirma Lastra [4], es un hecho que las gerencias de hospitales, de acuerdo con los sindicatos en las contrataciones de personal, mantienen listas diferenciadas para los servicios de cuidados intensivos, que priman a los profesionales con formación y experiencia en este ámbito asistencial (formación -sin entrar en detalles- y experiencia). Es un hecho que ofrece unas posibilidades limitadas (hasta el límite de esas listas), y que responde a unas necesidades reales en la práctica, aunque no reconocidas oficial ni académicamente. Hasta ahora, las enfermeras españolas tras acabar sus estudios obtenían una formación generalista. Salvo las especialidades, desarrolladas desde hace años, de Salud Mental y Enfermería Obstétrico Ginecológica no había más posibilidades de formación post-grado reglada y reconocida oficialmente. Tras el Real Decreto 450/2005 de 22 de abril, publicado en el BOE el 6 de mayo de 2005, sigue sin reconocerse la demandada especialidad de Enfermería en Cuidados Intensivos, quedando integrada supuestamente en la más generalista de las nuevas especialidades propuestas: “Enfermería médico-quirúrgica”, que engloba todos lo cuidados que realiza la enfermería en la atención especializada sin distinción.

Coincido de nuevo en que es responsabilidad de los equipos de gestión de los Servicios y las Unidades el que las plantillas se adecuen a las necesidades reales.

Esa adecuación a las necesidades reales debe hacerse tanto cuantitativa como cualitativamente. Cantidad que se debe estimar con los mejores instrumentos disponibles en el momento (NAS), y calidad que obliga una vez más a abogar por el reconocimiento y desarrollo de la especialidad de “Enfermería en Cuidados Intensivos”.

Jose Manuel Velasco Bueno
Hospital Costa del Sol, Marbella, Málaga
©REMI, http://remi.uninet.edu. Agosto 2006.

1 comentario:

chus dijo...

Sr muy interesada por este tema pues en mi hospital quieren hacer la dirección de enfermeria un estudio de cargas de trabajo que demandaba el personal hace mucho tiempo, lo piensan hacer con el sistema PRN que dudo mucho sea el mejor. ¿me puede dar su opinión al respecto?