FALTA FORMACIÓN
«Los médicos no saben tratar el dolor», lamenta Ballina. «Si hablamos de solucionar este problema hay que partir de la formación del médico de Atención Primaria y del especialista», añade Rodríguez. Precisamente, Blanco recuerda que su sociedad científica está «trabajando conjuntamente con la del Dolor, de Reumatología y de Rehabilitación. Vamos a potenciar la formación continuada, intervenir en la formación posgrado y pregrado. Otro aspecto que tenemos que ahondar con las demás sociedades es impulsar los estudios de investigación».
«Hay una implicación ética de la Universidad. No estoy seguro de que la Universidad esté atendiendo correctamente su obligación ética de formar bien a los estudiantes de Medicina en el tratamiento del dolor en el posgrado y en el pregrado. No se hace ningún planteamiento específico de este problema tan grave, que tanta relevancia sociosanitaria tiene», dice Tornero.
Los expertos no olvidan la necesidad de educar al resto de la sociedad. Según Oteo, existe una «falta de información del paciente acerca de los medicamentos».
«Es muy importante que el afectado se sienta parte activa de la enfermedad. Cuanto más activo te sientes, más te vas a implicar», reclama Torralba, que cree que «las asociaciones de pacientes sí podemos tener ese tiempo para asesorar».
Actualmente, «existen barreras culturales y sociales al tratamiento. El paciente piensa muchas veces que el dolor es parte de la curación», añade Ballina. El especialista recuerda que «no es posible aliviar al 100% el dolor. Lo que buscamos es que no repercuta en el estilo de vida». Es necesaria la «divulgación de la realidad de este problema en la opinión pública para saltar esas barreras culturales».
«No se deben sembrar falsas alarmas, pero tampoco falsas expectativas. Cuando se ha hablado de este tema, muchas veces se han diseminado en la sociedad civil esperanzas incorrectas. Aún escalando todas las posibilidades del tratamiento farmacológico del dolor, la Medicina sabe que hay un porcentaje de enfermos en los que no se resuelve ni con opioides débiles, ni fuertes, ni antiinflamatorios, ni con terapia coadyuvante... Y eso la población lo tiene que conocer. Hay que fomentar la investigación para intentar dar respuesta a ese volumen de pacientes huérfanos de un tratamiento analgésico eficaz», concluye Tornero.
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