9/27/2010

Eneatipo.


Tríada del instinto: Ocho, Nueve y Uno

Los tipos Ocho, Nueve y Uno se han formado en torno a distorsiones de sus instintos, que son la raíz de su fuerza vital.
La tríada del instinto tiene que ver con la inteligencia del cuerpo, con el funcionamiento básico vital y con la supervivencia. El cuerpo tiene un papel importantísimo en todas las formas de trabajo autentico porque devolver la conciencia al cuerpo afirma la cualidad de la presencia. El cuerpo existe en el aquí y en el ahora, en el momento presente, lo que es fundamental para poder realizar un buen trabajo de desarrollo personal.
Cuando en realidad se habita el centro instintivo, éste da una profunda sensación de plenitud, estabilidad y autonomía o independencia. Cuando se pierde el contacto con esa esencia, la personalidad intenta "llenarla" proporcionando una falsa sensación de autonomía. Para encontrar esa falsa sensación de autonomía la personalidad crea lo que en psicología se llama mecanismos de defensa. Los tipos de personalidad de esta tríada procuran resistirse a la realidad (creando límites para el Yo, basados en tensiones físicas).
Estos tipos de personalidad tienden a tener problemas de agresividad y de represión; bajo las defensas de la personalidad llevan muchísima ira.

Los Ochos, Nueves y Unos suelen saber cómo se sienten y en general no tienen mayor dificultad para entrar en acción. Ellos, en vez de eso, se ignoran a sí mismos, y es habitual que reaccionen desde el cimiento emocional de la rabia. Es típico para estos tres estilos que tengan la mayor dificultad en el campo de la razón y luchen para recordar sus propias necesidades.

En la literatura del Eneagrama, a los Ochos, Nueves, y Unos se le llama los "tipos instintivos" porque ellos tienden a ser detectores de la sensación corporal, personas que perciben cosas física e intuitivamente, antes de saberlas de manera cognitiva. Están más propensas a las dificultades con la apropiada concepción racional y experimentan a menudo una especie de nublamiento mental.

Imagínese que está en el centro de una fiesta animadísima, plena de gente que usted conoce, y nadie puede verle u oírle. Igual que el hombre invisible puede intervenir físicamente, pero permanece sin ser visto. Usted sabe que está presente, pero por alguna misteriosa razón nadie más lo sabe. De vez en cuando algunos miran en su dirección, y usted empieza a corresponder con algo; luego se da cuenta que están mirando a alguien que está detrás de usted. En otros momentos, escucha "por casualidad" a sus amigos, cotorreando sobre usted. "En ausencia suya", desde luego.

Después de intentar en vano interactuar recíprocamente, cada vez usted está más frustrado por la situación. Pero de pronto y gradualmente, comienza a pensar: "Bien, quizá no estoy aquí realmente." Una especie de oscurecimiento empieza a enseñorearse sobre su percepción y poco a poco usted se olvida de por qué vino a la fiesta, de qué desea, y hasta de quién es usted. Alguna parte suya se ha dado por vencida y ha aceptado la situación. Pero en otro nivel, usted se siente furioso.

Ochos, Nueves y Unos, todos se sienten invisibles y enojados pero reaccionan diferente a ello. Un Ocho en la fiesta imaginaria, quizá resuelva afirmar su presencia de alguna forma imposible de no notar para corregir la injusticia de ser pasado por alto. Un Nueve quizás se resigne a no ser visto y se dedique a surtir el mostrador de las bebidas, enterrando su rabia o expresándola indirectamente. Un Uno, podría aplicarse en corregir el desastre que luce la mesa del bufé, canalizando su enojo en preocupación por el orden.

Por lo general, los Ochos, Nueves y Unos son más cenestésicos y auditivos que visuales. Y no obstante que pueden ver con claridad el mundo externo, suelen tener una visión interna brumosa o distorsionada, en especial cuando de ver sus propias necesidades y prioridades se trata. Los tres estilos tienden hacia el pensamiento polar y pueden reducir situaciones complejas al planteamiento de todo o nada, o al ni esto, ni lo otro tampoco. Esto es mucho más un desorden del raciocinio que alguna limitación con el corazón o la voluntad; es poco fácil pensar con lucidez cuando tú no estás ahí realmente.

El pensamiento de un Ocho tenderá a polarizarse al servicio de la necesidad de sentirse fuerte, tomando la forma de "estás conmigo o estás contra mí". Los Nueves podrían absorberse mentalmente en lo irrelevante o sentirse atrapados entre dos opciones opuestas sin que al Nueve ninguna de las dos le importe de verdad. Los Unos retorcerán su raciocinio mediante la reducción de la realidad multidimensional a sobresimplificadas categorías de blanco y negro.

Como detectores de la sensación corporal, todos los Unos, Ochos y Nueves tienden a entumecer sus emociones mediante su conversión en sensaciones físicas. En vez de decir "Eso hiere mis sentimientos" o "Estoy desconcertado", alguien de este trío podría decir "Esto hierve en mi piel" o "Estoy inquieto". La persona está más consciente de una sensación física que de una emoción.

Los Ochos suelen convertir sus emociones en lujuria sexual y energía física, mientras que los Nueves pueden convertir las suyas en salpullidos de la piel, somnolencia, dolores de cabeza o problemas en los ojos. Los Unos aún no despiertos suelen traducir sus emociones a tensión en el cuerpo y rigidez: a lo que se llama "armadura del carácter." Un Uno muy bien podría estar necesitando gritar y por el contrario ponerse tieso o sentirse exhausto.

En los libros de Eneagrama, la tendencia a suprimir o a descuidar la propia posición personal se llama auto-olvido, pero otro término para ello podría ser amnesia hipnótica. Esta dificultad suele ser descrita como una condición de "mente dormida"; sin embargo, existe otro término para el raciocinio polarizado y confuso: seudopensamiento.

Los Ochos, Nueves y Unos por lo general crecieron sintiéndose pasados por alto. La gente con estos estilos pudo haber experimentado su mundo temprano como indiferente, un ambiente donde sus vulnerabilidades y necesidades no encontraban lugar. A diferencia de los Dos, Tres y Cuatros quiénes se sintieron malinterpretados, los Ochos, Nueves y Unos a menudo se sintieron invisibles o ignorados.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, es habitual que cuando adultos pasen por alto tanto sus sí mismos como sus necesidades, anticipándose a ponerse invisibles para los demás. Ochos, Nueves y Unos, todos tienen una tendencia hacia el auto-descuido como expediente para anticiparse y evitar la negligencia de otros. Así como los Dos, Tres y Cuatros tienden a auto-rechazarse, y los Cincos, Seis y Sietes tienden a caer en auto-oposición, los Ochos, Nueves y Unos tienden a auto-borrarse.

Los Ochos adultos se borran a sí mismos y luego compensan exagerando su presencia. Los Nueves se borran a sí mismos y luego se centran en adaptarse, y acomodarse al medio ambiente. Los Unos se auto-suprimen y relegan sus necesidades a sobre-objetivados principios, olvidándose de lo que desean realmente y poniendo su atención en lo que "debería hacerse".


La herida primigenia que comparten estos estilos es a su sentido del ser; es una perdida del reconocimiento personal, heridos por el desdén. La paradoja que impera en estos estilos es "Para ser atendido y tenido en cuenta, debo pretender no estar aquí."


El desafío general para los Ochos, Nueves y Unos es comenzar a verse a sí mismos y recuperar su presencia, tomar conciencia de sus necesidades, y enfocarse en sus prioridades personales y su sentido interior de sí mismos. Ellos aprenden a revelar un ser real antes invisible y comienzan a razonar y a ver las cosas desde una actitud más amable.

Centro: Instintivo
Interés o preocupación: Resistencia y control del entorno, poder, temen ser dominados y explotados
Problemas de: Agresividad y represión que se traducen en "malas" relaciones con los demás y el entorno en general.
Buscan: Autonomía
Sentimiento soterrado: Ira
Tipo de Personalidad Ocho

Personas que necesitan ser fuertes y prevalecer sobre las circunstancias. Estando sanos a menudo son poderosos, protectores y comprometidos con una causa. Degradados pueden ser destructivos, desmedidos y sádicos.

Los Ochos, Nueves y Unos comparten un trasfondo general de rabia y forman otro trío. Si los Dos, Tres y Cuatros pueden confundirse sobre quiénes son y cómo se sienten y los Cincos, Seis y Sietes reaccionan temerosamente y están desconcertados al momento de tomar acción. Los Ochos, Nueves y Unos reaccionan desde un cimiento emocional de ira y tienen problemas con la apropiada concepción racional, es decir: el pensar claramente. Esta dificultad se describe a menudo como una condición de sueño mental.
Los Ochos sanos frecuentemente son dinámicos, fuertes e independientes. Demuestran la virtud del poder: cómo ejercer influencia para propósitos constructivos. Muchos Ochos son líderes naturales que inspiran a otros, protegen al débil y se esfuerzan por la justicia. Pueden usar su fuerza para sacar adelante las cosas y tienen el valor y la voluntad para poner en práctica y ejecutar nuevas ideas. Usualmente son honrados y directos, produciendo un enérgica y fresca satisfacción en cualquier cosa que realizan.

Los Ochos sanos frecuentemente son amigos leales y generosos que protegen aquello que es delicado y vulnerable en los demás. Ésta es, al mismo tiempo, una metáfora de cómo se relacionan consigo mismos. Debajo de su fuerte armadura externa se encuentra cobijada una parte de sí mismos más joven y vulnerable. Esta parte se encuentra relacionada con una inocencia de percepción que normalmente tienen los Ochos sanos. Pueden ver el mundo como por primera vez, a través de los ojos de un niño. Podrían tener un amor relacionado a lo natural y espontáneo que es una fuente de espiritualidad y evoca esta calidad inocente. Los Ochos no acorazados muy a menudo exhiben la fuerza de la gentileza: son lo suficientemente fuertes como para ser amables, lo suficientemente abiertos para poder ser tocados, lo suficientemente seguros para poder estar equivocados y lo suficientemente ricos para poder ser generosos.

Cuando los Ochos están menos sanos, su interés por el poder comienza a denigrar y a corromperse por los propios intereses. Dado que todavía se es relativamente libre de la auto-desconfianza, los Ochos empiezan a cubrir sus vulnerabilidades con agresivos despliegues de fuerza. Se sobre-identifican con ser fuertes como una forma de negar su lado tierno y sobrevivir en un mundo que consideran peligroso. También podrían tender a los excesos –quedándose despiertos hasta muy tarde, haciendo demasiadas cosas, manejando a excesiva velocidad, extraviándose de cierta forma en las adiciones para adormecer sus sentimientos más vulnerables.

Los Ochos enfermos disfrutan la confrontación e intentan hacer contacto con los demás principalmente a través de las disputas. Igualmente podrían presionar en contra de los demás para evaluar sus motivos y medir el grado de amenaza exterior. Los Ochos pueden narcisistamente inflar su presencia y parecer que ocupan mucho más espacio en un cuarto. Para proteger su parte tierna e infantil, pueden comportarse dominadores, arrogantes e insensibles. Bajo este caparazón intimidante, podrían sentirse sensibles a la traición, vulnerables al ridículo, o débiles de un cierto modo que los hace avergonzarse por ello.

La mayoría de los Ochos no comprenden realmente cuán agresivos pueden parecer. Esto es debido a que niegan defensivamente la retroalimentación, especialmente acerca de la forma como pudieron haber herido a otros. Los Ochos enfermos pueden negar los sentimientos de culpa, usualmente cubriéndolos con más agresión, pretendiendo no tener nada de que disculparse. Dentro de su mente pueden ver a las personas como caricaturas, objetos bidimensionales que pueden entonces ser aplastarlos sin conciencia.

Muy similar a los Dos, la diferencia entre las expresiones sanas de este estilo en contraste con las enfermas es extraordinariamente enorme. Los Ochos muy enfermos pueden hacer mucho daño, principalmente a los demás al servicio de mantener su imagen grandiosa de ser invulnerables. Gobierna el comportamiento de los tipos Ochos una actitud del tipo: "pego primero antes de que me den a mí". Con esta idea, pueden ser recelosos, intimidadores, vengativos, crueles y psicópatas. Muchos de los dictadores más sangrientos del mundo han sido Ochos muy enfermos, y sus brutales excesos reflejan como las personas enfermas con este estilo finalmente asesinan a su propia humanidad.

Centro: Instintivo
Pasión: Lujuria
Fijación: Venganza
Visión de sí mismo: "Yo puedo"
Estructura de temor (lo que evita): Debilidad
Estructura de deseo: Sentirse fuerte y salvador
Trampa o justificación: Justicia
Otros descriptores: Actitud castigadora, rebeldía, dominación, insensibilidad, embaucamiento, cinismo, narcisismo, autonomía, predominio sensomotor, intimidación, afición al riesgo.

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