http://www.elguiadelparaiso.com/espolon-los-franceses-una-gran-escalada-clasica-2/
Son las 5 de la mañana cuando me encuentro dando botes dentro del coche camino de Áliva. Esta maldita pista está destrozada, menos mal que mis amigos de Arenas de Cabrales me han dejado un buen tanque todoterreno para subir por aquí, así todo voy sufriendo por la accidentada conducción.
En el refugio hotel de Áliva he quedado con Francisco José Celada Cajal, "Paco" para hacer el Espolón de los Franceses.
Esta vía tan larga es importante abordarla temprano ya que es cara sur y el sol pronto hace presencia. Francisco es un buen escalador, práctica bastante la escalada clásica en la zona centro de España más concretamente en la Sierra de Gredos, conoce bien las técnicas de la escalada clásica y no le da miedo las dificultades Espolón. Cuando yo llego ya está ahí esperándome con todo preparado para aproximar a la pared. No nos conocemos, simplemente hemos hablado por correo electrónico y whatsapp y él me ha dado sus referencias y yo las mías, pero nos saludamos como si nos conociéramos de siempre y ya tuviéramos confianza.
Durante la aproximación a la pared tenemos una animada charla en la qué abordamos temas de todo un poco, trabajo, vida personal, familia, y por supuesto Montaña y Escalada. Personalmente tengo la impresión de que la cita a ciegas está saliendo bien y que pasaremos un muy buen día escalando juntos.
Francisco es un hombre corpulento, grandote, pero muy buen escalador. Los primeros largos hasta el dado los hacemos a muy buen ritmo y entendiéndonos perfectamente en la situación de guía e invitado. Agradecemos las primeras horas en sombra aunque estoy seguro de que pronto el lorenzo nos va a castigar.
Me sorprende la buena técnica que tiene Francisco, resuelve los largos difíciles muy bien. Pasa el desplomito del primer gendarme sin problema, también resuelve muy bien el largo clave de placas y la bavaresa que da acceso a la reunión de la plataforma.
En el refugio hotel de Áliva he quedado con Francisco José Celada Cajal, "Paco" para hacer el Espolón de los Franceses.
Esta vía tan larga es importante abordarla temprano ya que es cara sur y el sol pronto hace presencia. Francisco es un buen escalador, práctica bastante la escalada clásica en la zona centro de España más concretamente en la Sierra de Gredos, conoce bien las técnicas de la escalada clásica y no le da miedo las dificultades Espolón. Cuando yo llego ya está ahí esperándome con todo preparado para aproximar a la pared. No nos conocemos, simplemente hemos hablado por correo electrónico y whatsapp y él me ha dado sus referencias y yo las mías, pero nos saludamos como si nos conociéramos de siempre y ya tuviéramos confianza.
Durante la aproximación a la pared tenemos una animada charla en la qué abordamos temas de todo un poco, trabajo, vida personal, familia, y por supuesto Montaña y Escalada. Personalmente tengo la impresión de que la cita a ciegas está saliendo bien y que pasaremos un muy buen día escalando juntos.
Francisco es un hombre corpulento, grandote, pero muy buen escalador. Los primeros largos hasta el dado los hacemos a muy buen ritmo y entendiéndonos perfectamente en la situación de guía e invitado. Agradecemos las primeras horas en sombra aunque estoy seguro de que pronto el lorenzo nos va a castigar.
Me sorprende la buena técnica que tiene Francisco, resuelve los largos difíciles muy bien. Pasa el desplomito del primer gendarme sin problema, también resuelve muy bien el largo clave de placas y la bavaresa que da acceso a la reunión de la plataforma.
Aquí en la plataforma hacemos una pequeña parada para comer algo e hidratarnos bien. Lorenzo empieza a estar Bravo. Hago el último largo difícil disfrutándolo mucho, es una placa preciosa aunque un tanto comprometida por la escasez de seguros. Me recreo escalando despacio la zona de esquistos, la seguridad que siento en la adherencia de los pies es total, el disfrute de escalar es máximo.
Francisco también resuelve bien el largo aunque le noto un poco más lento. Al llegar a la reunión me confiesa que está cansado y que la deshidratación empieza a hacer presa de él. En las reuniones se ha bebido casi toda su agua. Aunque yo llevo un litro y medio en reserva aún sin tocar.
Nos recreamos especialmente la travesía de los gendarmes, para mí uno de los pasajes más hermosos de todas las escaladas clásicas de los Picos de Europa. Es un pasaje alpino, impresionante, con un patio sobrecogedor, con unas vistas increíbles del chalet real, del Macizo Oriental y de gran parte de la Cordillera Cantábrica. Es uno de esos pasajes que por si mismo ya son motivo para escalar una vía. Siempre disfruto mucho escalándolo y Francisco tampoco tiene ningún problema en resolverlo.
Una vez pasado este punto se acaban las dificultades pero empieza lo realmente duro. De aquí a la cumbre de Peña Vieja nos quedan cerca de 500 metros de desnivel plagados de canales, trepadas, crestas y destrepes.
En la primera gran canal noto que mí invitado va ya fastidiado así que adoptamos un ritmo muy cómodo y constante para ir dejando terreno atrás.
Agradecemos mucho las zonas sombreadas del final de la montaña amén de la brisa de ladera que no sube de los valles.
Las dimensiones de la montaña nos maravillan, desde el punto medio de las crestas finales podemos ver el Naranjo de Bulnes, el Torrecerredo, la Peña Santa…vemos parte del Valle de Las Moñetas y de la impresionante canal del vidrio. La cumbre nos recibe a media tarde. Estamos totalmente solos. Nos recreamos un buen rato admirando la Buenavista que tenemos desde Peña Vieja, realmente impresionante todas las cimas qué podemos contemplar.
Estamos satisfechos y muy contentos sobre todo Paco por haber cumplido su sueño de escalar el espolón de los franceses después de haberlo intentado alguna vez con amigos.
Yo personalmente me siento muy satisfecho por haber podido acompañar y ayudar a Francisco a recorrer este mundo inmenso y oculto qué ofrece Peña Vieja a los románticos de las grandes escaladas clásicas. Desde la cumbre miro al Naranjo, mañana estaré en su cumbre acompañado por nuevos invitados, también furtivamente observó la cara sur de Peña Santa, a la cual tendré que ir a finales de agosto.
Un poco cansados pero muy satisfechos iniciamos la bajada hacia el Hotel refugio de Áliva dónde nos esperan los vehículos.
Yo ya voy pensando en otra cosa puesto que aún debo de subir andando al Refugio de Urriello esta tarde noche y presentarme a mis clientes. Francisco va pensando en descansar y en tomar una buena cena a la vez que rememora su escalada al enorme espolón sureste de Peña Vieja; el Espolón de los Franceses.
Francisco también resuelve bien el largo aunque le noto un poco más lento. Al llegar a la reunión me confiesa que está cansado y que la deshidratación empieza a hacer presa de él. En las reuniones se ha bebido casi toda su agua. Aunque yo llevo un litro y medio en reserva aún sin tocar.
Nos recreamos especialmente la travesía de los gendarmes, para mí uno de los pasajes más hermosos de todas las escaladas clásicas de los Picos de Europa. Es un pasaje alpino, impresionante, con un patio sobrecogedor, con unas vistas increíbles del chalet real, del Macizo Oriental y de gran parte de la Cordillera Cantábrica. Es uno de esos pasajes que por si mismo ya son motivo para escalar una vía. Siempre disfruto mucho escalándolo y Francisco tampoco tiene ningún problema en resolverlo.
Una vez pasado este punto se acaban las dificultades pero empieza lo realmente duro. De aquí a la cumbre de Peña Vieja nos quedan cerca de 500 metros de desnivel plagados de canales, trepadas, crestas y destrepes.
En la primera gran canal noto que mí invitado va ya fastidiado así que adoptamos un ritmo muy cómodo y constante para ir dejando terreno atrás.
Agradecemos mucho las zonas sombreadas del final de la montaña amén de la brisa de ladera que no sube de los valles.
Las dimensiones de la montaña nos maravillan, desde el punto medio de las crestas finales podemos ver el Naranjo de Bulnes, el Torrecerredo, la Peña Santa…vemos parte del Valle de Las Moñetas y de la impresionante canal del vidrio. La cumbre nos recibe a media tarde. Estamos totalmente solos. Nos recreamos un buen rato admirando la Buenavista que tenemos desde Peña Vieja, realmente impresionante todas las cimas qué podemos contemplar.
Estamos satisfechos y muy contentos sobre todo Paco por haber cumplido su sueño de escalar el espolón de los franceses después de haberlo intentado alguna vez con amigos.
Yo personalmente me siento muy satisfecho por haber podido acompañar y ayudar a Francisco a recorrer este mundo inmenso y oculto qué ofrece Peña Vieja a los románticos de las grandes escaladas clásicas. Desde la cumbre miro al Naranjo, mañana estaré en su cumbre acompañado por nuevos invitados, también furtivamente observó la cara sur de Peña Santa, a la cual tendré que ir a finales de agosto.
Un poco cansados pero muy satisfechos iniciamos la bajada hacia el Hotel refugio de Áliva dónde nos esperan los vehículos.
Yo ya voy pensando en otra cosa puesto que aún debo de subir andando al Refugio de Urriello esta tarde noche y presentarme a mis clientes. Francisco va pensando en descansar y en tomar una buena cena a la vez que rememora su escalada al enorme espolón sureste de Peña Vieja; el Espolón de los Franceses.
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