7/02/2010

POLTRONAS QUE ESPERAN



Poltronas que esperan, entrevistas que aportan poco… Y encima hay que morderse la lengua.
Que si no hay dinero, que si no está en los objetivos de este año… y cuánta verborrea. Politiquillos de medio pelo.

En una entrevista con uno de esos que están apoltronados, un delegado de educación, me respondió a una cuestión que no resulta importante en este contexto, con esta frase: “mi padre murió cuando yo era muy joven… y salí pronto adelante, sin ayuda de nadie…” Yo pensé, ¿Por qué me cuenta su vida? ¿Qué tendrá esto que ver con lo que le he preguntado?
Su aspecto era cansado, inhibido, pesado, brillante y rojo. ¿Qué habrá desayunado este señor que le veo con pocas ganas de respirar? Seguro que se infló a bollos y tiene colapsada la circulación cerebral. Estaba nervioso, no dejaba de contestar al teléfono durante la entrevista. Al principio quería parecer educado y decía: “perdón…", señalaba su teléfono y contestaba; siempre con monosílabos, siempre serio y preocupado, estaba muy ansioso. Después ya contestaba sin pedir excusas, como si ya hubiera confianza.
Empezamos la reunión media hora tarde. La causa: estuvo en otra reunión antes; se le veía aburrido de todo. Cogió un cuaderno para escribir notas, con mucha disposición, un bolígrafo,… parecía que iba a anotar muchas cosas. Pero no, solo fueron cinco o seis renglones. Y no los torció porque tenía cuadrículas; a la legua se veía que no escribía muy a menudo.
Cuando se dirigía a mí, me miraba, pero eran unos ojos que no veían nada. Era una mirada de pega, para aparentar ser cercano. No expresaba nada, mirando sin ver, como los ciegos de Saramago. Un ciego más, que viendo no ve.
En sus notas comenzó escribiendo el objetivo general de la reunión y luego escribió los objetivos específicos, dos en concreto. Todos estos objetivos eran pensados y hablados por él y luego los escribia. Pasamos a hacer una conversación con algo más de camaradería, pero sin sonreír nada, en la que dijo que me confesaba que no tenía muchas soluciones a mis cuestiones: que solo había dos caminos; uno era imposible porque no había dinero y el otro dependía de la caridad de terceras personas.
Como él se confesó, yo también me confesé diciéndole: “Con esta respuesta que me da, no pensará que me voy a conformar. Voy a seguir pataleando”. Entonces, por fin me demostró que era todo un teatro, porque montó en cólera pensando que yo le estaba amenazando. Realmente estaba más muerto de miedo que yo.

Después del cabreo monumental que cogió, la conclusión de la reunión llegó rápido, cuando de pronto dijo que íbamos a evaluar los objetivos de la reunión. Pero no pudo evaluar nada, se quedó pendiente, porque claro, los objetivos se perdieron en un mar de palabras sin fundamento y la actuación y ejecución de la misma, se ahogaron en sus lamentos, lloriqueos y rabietas sin oxígeno: “esto no se puede, lo otro no hay dinero, lo de más allá no es legal hacerlo, donde quiere usted llegar…” Hasta el momento en que se sintió agredido, se quitó su máscara y apareció un osezno miedica y ridículo.

No le quedan a una muchas ganas de seguir entrevistándose con los de las poltronas después de estas experiencias. Pero bueno, pensándolo bien, no pierdo nada, lo único que hacen es removerme las tripas, mi corazón se queda intacto. Y aunque tenga que hacer de tripas corazón seguiré charlando con ellos, porque al menos aprenderé, lo que no quiero llegar a ser por nada del mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Denuncia la situación y llevala a la prensa, verás como e ese señor y a otros de su entorno les amargas el día, a veces un juicio tarda mucho; pero la satisfacción de ganar a la administración es grande y abre puertas a otros que vendrán detrás...ademásen estos y muchos casos la administración SIEMPRE PIERDE, porque no tienen donde sustentar los argumentos...
Pide cita co Lamata, y se lo cuentas...aunque no es de su competencia, están discriminando a un menor enfermo...a ver que te dice...

EN RESUMEN...LIALA...