4/05/2012

¿Es seguro conducir después de un infarto?



En el momento del alta médica, ya sea en Atención Primaria u Hospitalaria, no son pocos los que lanzan estas preguntas a su doctor: “¿Cuándo volveré al trabajo? ¿Cuándo podré volver a conducir?“




Criterios para evaluar la vuelta a la conducción

Son las inquietudes clásicas de una persona que se ha visto apartada de su vida habitual y quiere recuperar cuanto antes la normalidad. Como es lógico, aquí no vamos a ejercer de médicos, ya que cada persona es un mundo y este tipo de cuestiones deben resolverse en la consulta, pero sí que podemos enumerar los parámetros que guían a los profesionales de la medicina a la hora de estimar cuándo una persona que ha sufrido un infarto puede volver a hacer eso que se llama “vida normal”.

Hace años que las directrices que emplean los médicos están recogidas y tabuladas por las sociedades europea y norteamericana de Cardiología, y obedecen básicamente a estos tres parámetros:
El grado de discapacidad generado por el fallo mecánico de un corazón afectado por infarto. Es decir, el fallo de la “bomba” que expulsa sangre al torrente, que es lo que se llama insuficiencia cardiaca derivada. Dependiendo de este grado de discapacidad, puede ser que a la persona le cueste respirar sólo con salir del aparcamiento. Afortunadamente este extremo suele ser la excepción, pero no deja de ser causa de restricción a la conducción.
Las complicaciones derivadas del fallo eléctrico de un corazón dañado; es decir, las posibles arritmias que pueda sufrir la persona aun habiendo conseguido una buena función cardiaca. Una arritmia en mitad del tráfico puede suponer un grave riesgo para la seguridad vial de la persona y de cualquier otro usuario de la vía que se encuentre en su entorno más próximo.
Y como en tanta enfermedad, a la hora de conducir influyen los fármacos o dispositivos que deberá incorporar la persona a su día a día, ya sea de forma transitoria o definitiva. Hay fármacos que interfieren en la seguridad vial, como los betabloqueantes, y también dispositivos que se implantan bajo la piel y que producen de forma automática descargas eléctricas como si fueran pequeños desfibriladores para restablecer el ritmo cardiaco.
Lógicamente, en cada caso el médico tendrá que considerar las múltiples variables que hayan rodeado el infarto de la persona afectada, de manera que cada paciente saldrá con una situación clínica o un pronóstico diferente. Por lo general (esto es, salvo excepciones) cada actividad que realizaba la persona en su antigua vida la va a recuperar de forma secuencial: primero una cosa y luego, la otra.
La conducción no es una excepción.



Revisiones médicas del conductor tras el infarto

En general, para un infarto de miocardio sin complicaciones la Sociedad Americana de Cardiologíaestima en 3 meses el tiempo mínimo que debe pasar antes de que el afectado coja un coche. Por su lado, la Sociedad Europea de Cardiología fija ese plazo en un mes. Para los conductores profesionales, los americanos esperan 3 meses antes de reevaluar la situación, mientras que en Europa se dan 6 semanas con una prueba de esfuerzo normal sin fármacos seguida por electrocardiograma.

Unos organismos son más conservadores que otros, sí, pero a ambos los guía una misma razón: la elevada incidencia de episodios tales como re-infartos o arritmias que se presentan tras estos períodos del alta hospitalaria. Por lo tanto, es algo que conviene vigilar muy de cerca antes de volver a conducir.

Después de ese período de vigilancia y siempre que la persona esté libre de síntomas incapacitantes, deberá obtener con menos tiempo que el conductor de su misma edad un informe favorable del especialista para reconocer la capacidad para conducir, sin perjuicio de que si se cree oportuno le pueda quedar restringida para siempre la conducción.

Vamos con un ejemplo: llevar implantado un desfibrilador automático implica una serie de revisiones cuya periodicidad puede ser de hasta 6 meses. Así se corrobora el buen funcionamiento del dispositivo y el número de descargas que aplica. Este aparatito salva al conductor de esas arritmias que al volante podrían resultar peligrosísimas, pero aun con la descarga la persona puede llegar a perder la conciencia de forma transitoria. Es decir, que aunque estuviera protegido por la máquina, alguien podría perder el permiso de conducir por seguir padeciendo “demasiadas” descargas, fueran apropiadas o no.

¿Hay “vía” más allá del infarto de miocardio? ¿Se puede conducir después de un infarto? Sí, si con los debidos controles médicos así lo aconseja el galeno, como sucede con otras tantas enfermedades.

Asesoramiento | Dr. Josep Serra



Fuente: Circulaseguro.com

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