6/25/2011

LA DECISION DE LLORAR


LA DECISION DE LLORAR

Ante la muerte de un ser querido, o ante la posibilidad de muerte existen tantas reacciones de las personas que rodean al moribundo como personas mismas. Desde las reacciones de aceptación del hecho hasta la desesperación patente, pasando por la ira controlada o no de los deudos, las crisis de ansiedad, los desvanecimientos, la despersonalización, el vacio muchas veces inexpresado, el llanto más o menos contenido, así como la aparente indiferencia, la culpabilidad o la culpabilizacion, o incluso todas ellas… o incluso ninguna de ellas.

Algunas veces la respuesta es una decisión, otras es simplemente una respuesta. En ambos casos la causa de tal o cual manifestación es difícil de argumentar.

La decisión de llorar, titulo de la presente editorial, no es otra cosa que un análisis rápido de algunas consideraciones que cabe explorar hoy en día a raíz de los adelantos en el conocimiento científico de las respuestas humanas así como de la mejor comprensión, que no completa, de los diferentes patrones asociados a los diferentes roles, características y atributos de los diferentes actores… personal sanitario, pacientes y allegados.

Gracias a los trabajos de Elizabeth Kubler-Ross, hemos puesto la atención en algunos detalles de la comunicación humana referente a las malas noticias y a los sentimientos y comunicación en las etapas finales de la vida. Le debemos el acercamiento sincero a esta “parcela” inexorable e importante de nuestra vida… el morir. Sin embargo, la investigación ha ido más allá, si de la comprensión y potencial mejora del entendimiento de nuestras reacciones se trata.

Uno de los postulados que desde hace tiempo se barajan en la literatura “ad hoc” hace referencia a la capacidad y necesidad de expresar nuestros sentimientos mediante el llanto. A este se le ha considerado desde entonces como una liberación de sentimientos que el profesional debe promover tanto en sus pacientes como en sus “colegas” de profesión. Ante este postulado que convierte el llanto en una expresión saludable de la energía principalmente negativa que hay que compartir (a modo de catarsis) bien de manera social o bien de manera íntima, surge la contrapartida de niveles de comprensión del fenómeno diferentes, a saber niveles culturales, de género y de rol.

Y es que la cultura, el género y el rol, también desempeñan funciones adaptativas, que si nos adentramos en la historia del sentimiento humano nos revelan pautas de comportamiento más o menos adquiridas, quizá, pero que tienen un sustrato importante en la historia individual de cada sujeto.

Buscar el llanto no es la función del médico, la enfermera o el psicólogo, no es el objetivo, ni un arma terapéutica a toda costa. Facilitarlo y naturalizarlo si.

¿Existen características diferenciales entre las respuestas de hombres y mujeres? La investigación dice que sí; pero no tanto entre hombres y mujeres como entre algunos hombres y algunas mujeres. Se dice que la única vez que un hombre llora es cuando ve a su equipo de futbol perder… eso sería demasiado simple, o que las mujeres expresan en mayor medida su dolor que los hombres… eso sería universalizar respuestas. Seguimos creyendo en la individualidad, y no porque nos lo creamos porque si, sino porque la investigación así lo muestra.

Hay mucha gente que nunca ha llorado en presencia de otros, y quizá no sea este el momento de aprender nuevas conductas… por eso el duelo anticipado nos ofrece vías alternativas de expresión de sentimientos que antes nunca habíamos explorado (la mujer sumisa que hoy explota en cólera, o el marido hombretón que en un momento dado se rompe en lagrimas son buenos ejemplos de ello);

Y nosotros estamos ahí, para comprenderlo, para naturalizarlo.

Fdo. Enrique Sáez Álvarez



Llorar
Publicado el 20 febrero, 2011 por Ella Milmundos

A veces parece que sólo están esperando a suceder…
Las lágrimas se esconden tras el más fino velo y nadie se entera de que allí están,
Totalmente listas para salir; aún sin provocación alguna.

Llorar…
A veces es el único consuelo de un corazón que sufre.
El único escape de un alma en llamas… Una vida hecha jirones.
El dolor te ahoga y -como de la nada- ahí está: la bendición de las lágrimas.
No hay dolor en llorar de tristeza. Sólo alivio… Sólo consuelo.

Llorar…
¡Qué duro cuando de expresar una emoción se trata!
Es un dolor que comienza con un apretón en el corazón.
Luego duele la garganta; los ojos arden y el peso entero del planeta nos cae sobre el solitario pecho…

¡Y la vida duele cuando el corazón, el alma y la mente se juntan para celebrar una emoción!
¡Cuánto duele!
¡Tan dulce dolor..!

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