4/24/2009

En un vertedero, en el río , en un pozo, o Dios sabe dónde....


Marta del Castillo, murió el pasado veinticuatro de enero y aún no se ha encontrado su cuerpo.

Así lo han declarado fuentes policiales al diario El Mundo. Según explican, el hecho que los acusados hayan cambiado de versión varias veces, se debe a una estrategia procesal por la que pretenden evitar un jurado popular. Para ello, necesitan aumentar la brutalidad del suceso, acumulado delitos y así lograr llegar a juicio por un tribunal.

Los investigadores, están pendientes de confirmar ciertas pruebas de ADN, encontrados en el coche de la madre del menor de edad implicado, “el cuco”, con lo que de resultar positivas dichas pruebas, la investigación volvería a la primera hipótesis de buscar el cuerpo de Marta en el río Guadalquivir.

Declaran también los investigadores, que los dos últimos cadáveres que aparecieron en el río Guadalquivir, tardaron en salir a la superficie, entre cinco y seis meses. Además, recuerdan que el Guadalquivir, es un río complicado, lleno de fango, ramas, basura y con muy poca visibilidad.

Según las investigaciones, la policía y el juez, parecen coincidir en una hipótesis sobre lo sucedido. Esta hipótesis, consistiría en que Miguel Carcaño, le daría un puñetazo en la cara a Marta, que le provocaría una herida. Después, con un objeto contundente, le daría un golpe en el parietal izquierdo, que provocaría la muerte de la joven.

Siguen imputados los mismos acusados. Miguel Carcaño como principal sospechoso, su hermanastro Francisco Javier, Samuel, amigo de Miguel y "el cuco", menor de edad, aparentemente responsable de deshacerse del cuerpo de Marta junto con Carcaño.

Mientras tanto, la policía sigue buscando en el vertedero de Alcalá de Guadaira, tras veintiocho días buscando sobre la basura de la capital hispalense.
La policía está molesta también por algunas declaraciones de políticos que critican que no se haya conseguido aclarar nada sobre el caso.

La familia de la joven sigue demostrando su entereza y unidad, respetando a los cuerpos de seguridad del estado, mientras sigue la investigación. Un comportamiento ejemplar, en una pesadilla que dura ya más de tres meses.

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90 DIAS SIN MARTA
¿Qué falla para que con un asesino confeso no se sepa dónde está el cadáver? / La respuesta la da la madre: «La ley, que no tiene medios para hacerles hablar» / Los culpables siguen jugando al despiste con 300 especialistas volcados en la búsqueda / El juez y el comisario son considerados buenos profesionales


ANA MARIA ORTIZ

Antonio y Eva, los padres de Marta, sostienen un calendario con tantas cruces como días lleva desaparecida su hija. Ya tienen 600.000 firmas para pedir un referéndum sobre la cadena perpetua. / CONCHITINA
El pasado miércoles, noche ya cerrada en Sevilla, Antonio del Castillo salió de casa sin decirle a su mujer adónde iba. Eva Casanueva no suele estar al tanto de las pesquisas que el marido y el resto de varones de la familia emprenden por su cuenta para tratar de dar con el paradero del cadáver de su hija Marta. Antonio se dirigió solo a la esquina que forman la calle León XIII y la de Jorge de Montemayor, en el barrio de la Macarena, y examinó con especial detenimiento los cuatro cubos de basura ubicados en ese punto. Cuatro recipientes flamantes, instalados después de que los originales fueran requisados por la policía científica y trasladados a sus dependencias. Han sido meticulosamente barridos en busca, sin éxito, de restos de sangre o de cualquier otro vestigio que permitiera certificar que el cuerpo de la menor sevillana fue depositado allí.

Tras la inspección ocular, Antonio hilvanó las mismas conjeturas que Crónica, que visitó el escenario el mismo día y sobre la misma hora aunque no coincidió con el padre de Marta del Castillo.La luz de una farola y los focos de los escaparates de una tienda y de una clínica dental apuntan de lleno a los contenedores, perfectamente iluminados pese a la hora. Como el camino hacia la casa de Miguel Carcaño, el 78 de la calle León XIII -unos 100 metros en línea recta con buena luz- desde donde partió el cuerpo inerte. Qué difícil deshacerse allí de un cadáver sin ser visto ni despertar sospechas, la noche de un sábado y en una ciudad tan bulliciosa como Sevilla.

Para arrojarlo dentro del cubo, además, Miguel Carcaño y el Cuco, quienes no destacan precisamente por su fortaleza física, tendrían que haber logrado elevar a pulso el cuerpo -más de 50 kilos de peso- hasta la altura de los hombros, y ser capaces de accionar a la vez el pedal que abre el container con el pie. ¿Pudo ayudarles alguien más? ¿Y, de todos modos, quién iba a ser tan torpe como para dejar el cuerpo del delito al lado de su casa?, reflexionó Antonio del Castillo.

Rumiando estas desconexiones regresó silencioso y bastante decepcionado a casa. Si Miguel Carcaño (19 años) ha mentido una vez más en la reconstrucción de los hechos, si no dejó el cuerpo donde ha dicho, la búsqueda del cadáver de su hija en el vertedero de Alcalá de Guadaíra, donde se concentran ahora todos los esfuerzos, resultará tan infructuosa como la batida en el río Guadalquivir.Y entonces, ¿qué?, ¿dejarán de buscar a Marta?, ¿se dará carpetazo al caso sin que pueda despedir a su primogénita dándole sepultura?

Con esos negros augurios consumió Antonio la jornada del 15 de abril, una hoja más en el calendario, 82 desde que ella desapareció el 24 de enero pasado [86 días sin Marta cuando lean estas líneas].Nunca antes en España un crimen había movilizado un dispositivo de tal envergadura. En la localización del cadáver e investigación de los hechos han intervenido no menos de 300 especialistas, entre agentes de Policía Judicial, Científica, del Grupo de Menores, Guardia Civil, militares, buzos y operarios de distintos sectores.Se han empleado dos helicópteros, perros adiestrados -venidos hasta de Holanda- motos acuáticas, 12 embarcaciones, algunas dotadas con sofisticados sistemas de detección tridimensional, y hasta se ha diseñado y construido un rastrillo metálico gigante para peinar los lodazales del río. Un esfuerzo inmenso de un coste económico elevadísimo -la factura aún está por cerrar-, pero de una efectividad prácticamente nula hasta la fecha. A punto de cumplirse tres meses de aquella noche en que Marta del Castillo Casanueva, 17 años, no regresó a dormir a casa, el suceso se encuentra en punto muerto, más varado que nunca. ¿Qué esta fallando en el caso Marta del Castillo?

Mientras la opinión pública se pregunta cómo es posible que las fuerzas de seguridad no sean capaces de desenmascarar a un puñado de críos que se burlan de todos con su abanico de versiones y que parecen estar jugando al escondite con el cadáver, el peso de la resolución del crimen recae en dos hombres poco habituados a tanta atención y presión mediática: Manuel Piedrabuena, comisario jefe de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Sevilla, al frente de la investigación, y el magistrado Francisco de Asís Molina, a cargo de la instrucción del sumario.

EL PADRE

«Me levanto y me acuesto pensando dónde estará Marta»

Llegados a la calle Argantonio, no hace falta preguntar cuál es el portal de la familia Del Castillo. La fachada de su edificio se ha convertido en un collage gigante de no menos de 10 metros de largo por dos de altura. El mural es la evidencia palpable de la dilación y evolución del caso: los carteles de búsqueda que se imprimieron los últimos días de enero, ya amarillentos, han quedado solapados por proclamas más actuales: «Justicia y cadena perpetua» o «Miguel, me cago en tus muertos».

Hay cientos de estampitas de santos y fotos de Marta, una palma del Domingo de Ramos, peluches, un libro de recordatorios...Y un volumen de Las cinco personas que encontrarás en el cielo, de Mitch Albom, quien sitúa al protagonista en el más allá tras haber sufrido, como Marta, una muerte trágica.

En el piso décimo esperan para la entrevista, la enésima en lo que va de semana, Antonio del Castillo y Eva Casanueva. La hora -la una de la tarde del jueves- ha sido programada de modo que las niñas -además de Marta, el matrimonio tiene otras dos hijas de 13 y 11 años- no estén en casa. La pareja hace todo lo posible para protegerlas impidiendo que escuchen los detalles más escabrosos y evitando tratar el asunto con la prensa en su presencia. Ante ellas simulan una serenidad que en realidad no tienen.

Antonio se ha reincorporado a su trabajo, en una empresa de montaje aeronáutico, este mismo martes. El jefe, solidarizado con su situación, no le deja acabar la jornada y lo invita a irse a las 12 de la mañana como muy tarde. Por eso se encuentra en casa.«Necesitaba volver a estar ocupado porque todos los días me levanto pensando dónde estará Marta, doy vueltas a la casa pensando dónde estará Marta y me acuesto pensando dónde estará Marta», verbaliza la impotencia sentado en el salón.

Antonio no es de quedarse en casa cruzado de brazos esperando noticias. Desde el primer día anda enfrascado en sus propias labores detectivescas. Salvo la casa de Miguel Carcaño, donde le robaron la vida a Marta, ha visitado todos los espacios vinculados al crimen.

También el vertedero, donde 15 personas, entre operarios y agentes, llevan 26 días removiendo basura. En la tercera jornada alcanzaron el lugar donde se vaciaron los containers recogidos el 24 de enero -los periódicos encontrados así lo atestiguan- y aunque se busca bolsa a bolsa no se ha hallado ni un botón vinculado a Marta de momento. Revisar todos los residuos de aquella fecha podría llevar otros 30 días de trabajo. El dispositivo montado en el vertedero se ha cobrado ya 100.000 euros en gastos a cuenta del erario público.

Antonio ha considerado siempre un poco ilusos a quienes creen en adivinos y videntes. Pero la desesperación le ha llevado a prestar oídos -«por si acaso»- a alguno de las decenas de iluminados que se han puesto en contacto con la familia. No cuenta en qué sitios ha buscado siguiendo el pálpito de una bola de cristal o de unas cartas, pero sí que lo hace con asiduidad. «Mis dos hermanos son los encargados de esas misiones raras», dice enigmáticamente al respecto. En una ocasión fue a buscar a Jerez a una adivina cuyas percepciones le parecieron factibles y anduvo dando tumbos por Sevilla al compás de sus visiones.

-¿Qué está pasando para que casi tres meses después de la muerte de Marta y habiendo un asesino confeso en prisión no se sepa dónde está el cadáver?

La pregunta la recoge Eva Casanueva, quien habitualmente esquiva micrófonos y cámaras pero que hoy se muestra especialmente activa durante la entrevista. Los fármacos que le dispensa el psiquiatra, dice, ayudan. «La culpa la tienen las leyes. No hay medios legales para hacer que hablen. No te das cuenta de los injustas que son las leyes hasta que no te tocan de cerca. ¿Cómo es posible que un implicado mienta una y otra vez y no se pueda hacerle hablar?, ¿y por qué no quieren que aparezca la niña?, ¿donde está la niña?, ¿qué le han echo a la niña?», encandena una pregunta tras otra, todas sin respuesta. «Que me metan a mí dos meses con él en la cárcel», interviene el padre con cierta cólera, «verás como yo lo hago confesar. El problema es que la policía y el juez están atados de manos. Yo no digo que torturen a nadie pero... ¿cómo vivimos nosotros sabiendo que nuestra hija esta muerta y que quienes saben dónde está no lo dicen?».

EL POLICIA

«Un investigador riguroso, pragmático y poco intuitivo»

A Manuel Piedrabuena le persigue fama de investigador eficiente.Cuando Marta desapareció hacía sólo unos meses que lo habían ascendido dándole el mando de la Policía Judicial de toda la provincia. Hasta entonces estaba al frente de la brigada de Extranjería pero se curtió en el departamento de Homicidios. «Es un profesional muy experimentado, muy riguroso en sus investigaciones, muy pragmático y poco intuitivo, lo que es bueno en este caso. No suele forzar las piezas del puzzle para que le encajen», dice de él Salvador Ortega, el hombre que puso en marcha el grupo de Homicidios de Andalucía -ya está jubilado- y quien conoce bien a Piedrabuena porque fue su subordinado en este servicio. «Sinceramente, es uno de los mejores investigadores que tiene la policía española», asegura.

A decir de Ortega, la actuación del equipo de Piedrabuena en el caso ha sido realmente eficaz. Tres semanas después de la desaparición, sin cadáver, tenían un autor confeso del crimen, los colaboradores y el lugar donde supuestamente había sido arrojado el cuerpo: el Guadalquivir. Miguel Carcaño habría empañado su buen hacer cambiando el guión. Puso fin a la desalentadora búsqueda en el río -un mes duró- y señaló al contenedor de al lado de su casa el 18 de marzo cuando ya llevaba más de un mes en la cárcel. Bajo la custodia de Instituciones Penitenciarias y fuera del alcance de la Policía, Piedrabuena no ha podido volver a interrogarlo, ni a él ni al resto de implicados.

EL JUEZ

«Estoy dedicado en cuerpo y alma al caso»

Sólo el juez puede tomarle declaración ahora. «Estoy dedicado en cuerpo y alma al caso», ha dicho el magistrado Francisco de Asís Molina Crespo. Y es cierto que ha habido jornadas en las que ya estaba al frente del juzgado de instrucción número 4 a las seis de la mañana fijando una diligencia para una hora después.Otras le ha dado la media noche repreguntado a Carcaño y compañía o ha trabajado de buen gusto en festivo. En la profesión goza de predicamento -fue miembro de la sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía por elección de sus compañeros- y son aplaudidos su escaso afán de figurar y su «espectacular» capacidad de trabajo.

Una dedicación, en cualquier caso, insuficiente. Hace unas semanas que el magistrado hizo saber que los 11 funcionarios de su juzgado no daban abasto para abarcar el volumen de trabajo que genera del caso de Marta del Castillo. La Consejería de Justicia respondió enviándole un refuerzo cuya incorporación no ha supuesto especial alivio. El de instrucción número 4 soporta una carga cercana a los 300 asuntos abiertos. Sólo el sumario referente a Marta del Castillo tiene ya al menos 12 tomos que crecen continuamente al ritmo que marcan los vaivenes de las confesiones de los imputados.

LOS MENTIROSOS

La última: la novia «psicóloga» del hermano de Miguel

Ni Eva Casanueva ni nadie se explica cómo puede haber tantos implicados. El crimen de Marta del Castillo parece una obra coral permanentemente abierta a nuevas incorporaciones. La última ha sido la de María G. M., estudiante de Psicología y novia del hermanastro de Carcaño -Francisco Javier Delgado-. María le había facilitado al novio una coartada que, al parecer, ha resultado ser falsa. Esta semana ha sido detenida y puesta en libertad con cargos

Los protagonistas principales, de momento, son cuatro. Todos en prisión. Uno: Miguel Carcaño (19 años), hijo de una familia desarraigada y huérfano desde hace un par de años, confesó la autoría del crimen en un primer momento pero ha acabado diciendo que sólo participó en su violación, pero que fue El Cuco quien la asfixió con el cable de una alargadera. Dos: El Cuco, menor de edad, 15 años, reconoce haber ayudado a su amigo Carcaño a trasladar el cadáver pero niega cualquier otra participación.Tres: Francisco Javier Delgado, hermano mayor de Carcaño, 40 años, detenido como encubridor después de que El Cuco lo situara en el escenario del crimen. Esta semana ha clamado su inocencia pidiendo someterse al polígrafo. Y cuatro: Samuel, amigo de Marta, estuvo muy cerca de la familia durante las primeras semanas de búsqueda. Supuestamente, participó en el encubrimiento del crimen.

El actor protagonista Carcaño, con quien Marta había tenido una relación pasajera hace dos años y de la que no acababa de desprenderse, hace ya dos meses que reside en la prisión de Morón de la Frontera.Un estudio pericial de su caligrafía, encargado por el Diario de Sevilla, dice se trata de un individuo frío, calculador, orgulloso, celoso, deseoso de notoriedad y abonado a un egocentrismo que en realidad le sirve para camuflar su inseguridad.

En prisión, trabaja en el economato y vive controlado 24 horas por un grupo de los denominados «presos de confianza», a quienes se suele encomendar la vigilancia de los reclusos en riesgo de suicidio. Carcaño lo intentó -o lo simuló, se baraja la posibilidad de que sólo quisiera llamar la atención- utilizando el cordón de su chándal para colgarse de la puerta del baño. No sufrió ninguna lesión. Carcaño había dejado una nota de despedida en la que se ratificaba en la versión de contenedor.

De aparecer el cadáver, es bastante improbable que no pueda demostrarse la violación. El tiempo transcurrido, dicen los expertos, habría reducido el cuerpo al esqueleto, un proceso de descomposición acelerado aún más si se encuentra expuesto a la putrefacción del vertedero. De cualquier modo los padres piensan luchar para que les caiga la perpetua. De su balcón y del de todos los vecinos de su edifico cuelgan pancartas pidiendo un referéndum acerca de la implantación en España de la cadena perpetua. Ya han recogido 600.000 firmas de apoyo. «Es lo justo», dice Eva Casanueva, «que pasen toda la vida encerrados. ¿No nos han condenado ellos a nosotros a la pena perpetua?».

Con información de Chema Rodríguez

LOS PROTAGONISTAS. Arriba, detalle del «altar» erigido en recuerdo a Marta en la puerta de su casa. Abajo, tres de los protagonistas del caso: Manuel Piedrabuena (izda), comisario al frente de la investigación, Miguel Carcaño, principal imputado (centro), y Francisco de Asís Molina, juez instructor del sumario. / CONCHITINA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algo importante falla en el sistema cuando un desalmado de 19 años lo maneja a su antojo con tiempo y ayuda para organizar toda una estrategia con el fin de salir lo mejor parado posible. Algo falla en una sociedad que permitirá, cuando haya cumplido unos cuantos años de cárcel, que pueda presentarse como si fuera un heroe, escribiendo un bestseller contando el asesinato y paseandose por platós cobrando cantidades millonarias. Repugnante. En una sociedad así de poco valdría la cadena perpetua tan inutilmente reclamada.