3/20/2009

La depresión altera los circuitos del dolor


Imágenes de los cerebros durante el ensayo. (Foto: 'Archives of General Psychiatry')

CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Ambos síndromes caminan de la mano muy a menudo. Dos de cada tres personas que padecen depresión sufren además dolores crónicos o recurrentes, mientras que entre el 30% y el 60% de los pacientes con dolencias crónicas presenta síntomas de depresión. Esta relación tiene una base neurológica que se traduce en la alteración de la respuesta cerebral ante estímulos dolorosos, según ha descubierto un estudio reciente.

Las experiencias emocionales no son las únicas que los enfermos de depresión manejan de forma inadecuada. También lo físico se desvirtúa. Los trastornos de la nocicepción (percepción del dolor) son comunes entre las personas deprimidas, y "contribuyen significativamente a un peor manejo y a un aumento del coste del tratamiento de la depresión mayor", de acuerdo con los autores del trabajo, publicado en 'Archives of General Psychiatry'.

Por ese motivo es importante entender los posibles mecanismos neurobiológicos comunes a ambos fenómenos patológicos. 30 jóvenes (15 sanos y 15 con depresión y sin tratamiento) participaron en el ensayo que pretendía visualizar su actividad cerebral antes y durante la aplicación sobre el brazo de dos estímulos (en este caso de calor), uno de ellos doloroso y el otro no.

El calor denominado doloroso alcanzó los 46,9 ºC mientras que el templado era de 38,9 ºC. Durante el experimento, los participantes sabían el tipo de estímulo que iban a recibir ya que justo antes de hacerlo veían en una pantalla una figura de color rojo (asociado al dolor) o verde. De esta forma, los investigadores no sólo observaban su reacción ante el dolor sino también cómo se preparaban para hacerlo. Durante todo el proceso, su cerebro era observado mediante una resonancia magnética.

A pesar de que todos habían otorgado puntuaciones similares al dolor que les había provocado el calor, algo no funcionaba correctamente en el cerebro de las personas con depresión. Durante la fase de anticipación, ciertas áreas del encéfalo, como parte de la amígdala o el córtex cingular anterior, presentaban una actividad inusualmente alta, que parece indicar una mayor respuesta afectiva a ese estímulo antes incluso de que se produzca. Esto concuerda, afirman los autores, con el estado de hipervigilancia frente a posibles hechos negativos así como con una gran sensación de impotencia, características ambas de esta patología.

Además, este estado de alerta ante un dolor, que, por otro lado, perciben igual de intenso que las demás personas, sugiere que la diferencia entre lo esperado y lo experimentado por el cuerpo es mayor en los pacientes con depresión. Es decir, que el proceso de interocepción (la percepción de lo que sucede en nuestro cuerpo) está alterado.

Durante la estimulación térmica, por el contrario, diversas regiones cerebrales estaban menos activas de lo habitual. En concreto, aquellas responsables de la modulación del dolor. Esto indica que los canales de la nocicepción no funcionan correctamente, están "inadaptados", según los autores.

Este estudio supone una primera fotografía del cerebro de las personas con depresión, pero "serán necesarios otros que examinen directamente si la respuesta mal adaptada al dolor se debe a la alodinia emocional [percepción del dolor ante un estímulo no doloroso], a un fallo de control, a la falta de capacidad de recuperación u obtención de energía positiva para mejorar nuestro conocimiento sobre estas patologías", concluyen los autores.

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