2/27/2009

Las alergias en la conducción.


Poco a poco se acerca la primavera. El tiempo va mejorando y ya se empiezan a apreciar en los márgenes de las carreteras los primeros árboles en flor. Todo se irá volviendo de múltiples colores, pero lo peor de todo es que, si somos uno de los ocho millones de afectados, nuestra nariz se volverá roja: llegan las alergias.

El problema no reside en la conducción cuando nos encontremos atravesando un estado alérgico, sino en las posibles consecuencias del medicamento que estemos tomando para prevenirla. Es fácil que no nos hayamos fijado en sus contraindicaciones, y quizás, después de tomarlo, no sea el mejor momento para ponerse al volante.

Ya lo dicen los médicos, los farmacéuticos y la televisión: no debemos nunca automedicarnos. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Nos pasamos seis meses al año luchando contra catarros, gripes, golpes y quemaduras, pidiendo consejos sobre que tomar y que no tomar. Cuando un medicamento nos funciona, y nos alivia los síntomas, el resto parece no importar pero… ¿y si os produce somnolencia al volante?

Este es uno de las principales contraindicaciones de algunos antihistamínicos, que producen el dos por ciento de los accidentes mortales. Lo primero que notaremos será visión borrosa e incluso doble, dificultad para mantener la trayectoria, estados de aletargamiento o al contrario, de alta tensión y nerviosismo.

Si observamos alguno de estos síntomas, deberemos detenernos y esperar a que disminuyan los efectos, para inmediatamente, acudir a nuestro médico y nos recete otro tipo de medicamento no sedativo.

Y no, si no os gusta el ambientador con forma de pino, no se puede considerar alergia primaveral.

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